Sunday, April 20, 2008


SOR JUANA INES DE LA CRUZ


Finjamos que soy feliz,triste pensamiento, un rato;

quizá prodréis persuadirme,aunque yo sé lo contrario,

que pues sólo en la aprehensióndicen que estriban los daños,

si os imagináis dichosono seréis tan desdichado.

Sírvame el entendimientoalguna vez de descanso,

y no siempre esté el ingeniocon el provecho encontrado.

Todo el mundo es opinionesde pareceres tan varios,

que lo que el uno que es negroel otro prueba que es blanco.

A unos sirve de atractivolo que otro concibe enfado;

y lo que éste por alivio,aquél tiene por trabajo.

El que está triste, censuraal alegre de liviano;

y el que esta alegre se burlade ver al triste penando.

Los dos filósofos griegosbien esta verdad probaron:

pues lo que en el uno risa,causaba en el otro llanto.

Célebre su oposiciónha sido por siglos tantos,

sin que cuál acertó, esté hasta agora averiguado.

Antes, en sus dos banderasel mundo todo alistado,

conforme el humor le dicta,sigue cada cual el bando.

Uno dice que de risasólo es digno el mundo vario;

y otro, que sus infortuniosson sólo para llorados.

Para todo se halla pruebay razón en qué fundarlo;

y no hay razón para nada,de haber razón para tanto.

Todos son iguales jueces;y siendo iguales y varios,

no hay quien pueda decidircuál es lo más acertado.

Pues, si no hay quien lo sentencie,¿por qué pensáis,

vos, errado,que os cometió Dios a vosla decisión de los casos?O

¿por qué, contra vos mismo,severamente inhumano,

entre lo amargo y lo dulce,queréis elegir lo amargo?

Si es mío mi entendimiento,¿por qué siempre he de encontrarlo

tan torpe para el alivio,tan agudo para el daño?

El discurso es un aceroque sirve para ambos cabos:

de dar muerte, por la punta,por el pomo, de resguardo.

Si vos, sabiendo el peligroqueréis por la punta usarlo,

¿qué culpa tiene el acerodel mal uso de la mano?

No es saber, saber hacerdiscursos sutiles,

vanos;que el saber consiste sóloen elegir lo más sano.

Especular las desdichasy examinar los presagios,

sólo sirve de que el malcrezca con anticiparlo.

En los trabajos futuros,la atención, sutilizando,

más formidable que el riesgosuele fingir el amago.

Qué feliz es la ignoranciadel que, indoctamente sabio,

halla de lo que padece,en lo que ignora, sagrado!

No siempre suben segurosvuelos del ingenio osados,

que buscan trono en el fuegoy hallan sepulcro en el llanto.

También es vicio el saber,que si no se va atajando,

cuando menos se conocees más nocivo el estrago;

y si el vuelo no le abaten,en sutilezas cebado,

por cuidar de lo curiosoolvida lo necesario.

Si culta mano no impidecrecer al árbol copado,

quita la sustancia al frutola locura de los ramos.

Si andar a nave ligerano estorba lastre pesado,

sirve el vuelo de que seael precipicio más alto.

En amenidad inútil,¿qué importa al florido campo,

si no halla fruto el otoño,que ostente flores el mayo?

¿De qué sirve al ingenioel producir muchos partos,

si a la multitud se sigueel malogro de abortarlos?

Y a esta desdicha por fuerzaha de seguirse el fracaso

de quedar el que produce,si no muerto, lastimado.

El ingenio es como el fuego,que, con la materia ingrato,

tanto la consume máscuando él se ostenta más claro.

Es de su propio Señortan rebelado vasallo,

que convierte en sus ofensaslas armas de su resguardo.

Este pésimo ejercicio,este duro afán pesado,

a los ojos de los hombresdio Dios para ejercitarlos.

¿Qué loca ambición nos llevade nosotros olvidados?

Si es para vivir tan poco,¿de qué sirve saber tanto?

¡Oh, si como hay de saber,hubiera algún seminarioo

escuela donde a ignorarse enseñaran los trabajos!

¡Qué felizmente vivierael que, flojamente cauto,

burlara las amenazasdel influjo de los astros!

Aprendamos a ignorar,pensamiento,

pues hallamosque cuanto añado al discurso,

tanto le usurpo a los años.

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