Sunday, June 06, 2010


Confieso que he cambiado.
La vida me ha enseñado con duras lecciones
y me sigue enseñando,
etapas ya vividas, lecciones aprendidas.
Proceso asimilado por mi alma rebelde.
Buscando la verdad he madurado;
echando en la conciencia las ideas,
usando el corazón como cedazo.

Confieso que he llorado la magnitud de un pozo cristalino
pues han sido las lagrimas
la prueba, el resultado
de estar en un abismo de inconsciencias,
dormida tantos años en ideas “absolutas”,
mal formadas; conceptos y espejismos
de corazones duros,
quizás también dolientes y amargados.
La humanidad en mi manifestada…
¡Si en fin somos humanos!.

Sin instrucciones fuimos concebidos.
Sin instrucciones fuimos fecundados.
Se nos dictó castigo, desde el primer día,
“culpables” por pecado ajeno…
Así dice la biblia, “culpables de pecados”,
desde el primer hombre creado.

Una fruta prohibida inicio la sentencia
Cargando en las espaldas la culpa de haber sido creados
¿imperfectos”?” ¿insensatos?
¿Acaso un Jesucristo no murió por todos los pecados?
¿Porque entonces seguimos señalados?
¿Pues como peca un niño recién inaugurado?
¿Entonces engendramos el pecado
el día que una mujer pare la vida?;
¡concepto equivocado!.

De ahí parte la vida de cada ser humano.
“Culpables” es la sentencia;
hasta que probemos lo contrario.
Así con la premisa de sentirnos pecado reencarnado,
(Polvo somos, solo polvo),
comienza el camino por el que van los pasos,
si es el mismo polvo el que pisamos.

¿Como iniciar la vida con agrado?
¿Como no equivocarse?
¿Como no tropezarse en cada lado
de la enmarcada vida?;
moldeada por ideas de otros inconscientes
que poco han madurado.
Para ellos la vida es solo de dos bandos,
Las cosas o son negro o son blanco.

No conocen matices, no conocen atajos.
No saben que la vida es una esencia.
Una energía que cambia.
Constante movimiento.
Fusiones de energías,
fuerza evolucionando.
Que somos inocentes desde el primer momento
y son nuestras ideas aprendidas
las que tronchan los pasos.

Confieso que he cambiado,
abriendo bien mis alas, soltando los temores
viviendo, tropezando, riendo y llorando.
Negándome a ideas preconcebidas
asimilando todo,
lo bueno y lo malo.
Riéndome a los cuentos de camino
como aquel de la serpiente, una fruta y dos humanos.

Confieso que el camino recorrido
Aunque lleno de espinas
fue siempre necesario
para formar mi esencia;
la que hoy me refleja,
mi bello interior remodelado.

Confieso que aun me falta cambiar algunas cosas
pero voy paso a paso. Los ojos bien abiertos,
los prejuicios cerrados.
Mi corazón dispuesto a cosas nuevas.
Animo reforzado
para vivir la vida de acuerdo a mi experiencia
y para sentir mi esencia en cada paso.

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